Su infancia fue feliz, sus padres le dieron todo lo que sus padres no le pudieron dar a ellos. No le faltó ropa, ni juguetes, ni comida. Tanto le quisieron dar, y tan avariciosa era ella, que todo lo cogió, la felicidad, la comida y los kilos.
Empezaron las discusiones, los gritos y los silencios. Su padre por querer a su mujer solo para él, su madre, por estar entre espada y pared; su familia o él. Se acabaron las reuniones, se acabaron las celebraciones, se rompió la familia.
La niña presenció una a una toda situación. La comida era su única felicidad. Comiendo tenía la boca llena para callar todo lo que veía, para tragar todo sufrimiento, para llenar las caricias, los abrazos, los te quieros, que no le daban. En el colegio se llenaba de insultos y de desprecios, y en casa la llenaban de burlas haciéndola sentir tonta, fea e inútil.
Tanto quiso llenar, que su cuerpo crecía y crecía. Y cuanto más crecía, mas se arrinconaba en su habitación para jugar con las muñecas, esas muñecas rubias de silueta esbelta, en las que ella interpretaba el papel. Delgada, bonita y amada por un muñeco moreno y guapo, un muñeco que la quería. Porque a ella No la Querían. Ningún hombre la había querido. No la habían querido nadie, su embarazo no fue deseado, "No la querían","No la querían". Palabras que empezaron a retumbar en su cabeza y palabras que se convirtieron en reproches hacia su familia por haberla llenado. Quería vaciarse de todo. Y dejó de comer, odiaba la comida que le habían dado, esa comida que seguía en su cuerpo, no tenían que haber permitido que su cuerpo pesara tanto. Salía a correr para huir de casa, huir de las discusiones, huir de la comida. Salía a bailar, y bailaba más que todas, para llegar a ser como esas chicas que veía y envidiaba.
Perdió 50 kilos de salud; la mitad de su cuerpo, la mitad de su mente, la mitad de su alma. Se vació de todo, incluso de los recuerdos que la habían hecho feliz en su infancia. No quería recordar a esa niña que tanto había sufrido y llorado, tanto como los 9 meses de llantos en el embarazo, y la enterró en el baúl de los recuerdos, junto con sus fotos y sus muñecas.
Buscó a alguien que le llenase el vacío de la mitad del alma que había perdido. Alguien que le diera todo el amor que no le habían dado. Alguien que actuase como su muñeco. Pero solo encontró personas aún mas vacías que ella y que la llenaron, otra vez, de sufrimiento.
No encontraría a nadie que la quisiera, porque ella No se quería.