20 febrero 2008

La historia se hace realidad



Después de leer "Bailamos tango mi vida", pasaron varios años, y ahora era yo la que iba a aprender a bailar Tango. En fiesta Mayor, impartían clases de Tango gratuitas. Me decidí a ir, no sin antes asegurarme de que un amigo me iba a hacer de pareja baile (no quería que me pasase como en el relato). En clase aprendimos rápidamente los pasos y parecía que nos salía bien! Pero cuando acabó la clase y vimos bailar a los profesores, nos dimos cuenta que nos faltaba mucho por aprender. Nunca olvidaré cuando empezó a sonar ésta canción, y empezaron a bailar. Yo con mi cámara de video en la mano, temblorosa por lo que estaba admirando y escuchando. Desprendían tal sentimiento, tanta sensualidad, tanta compenetración... sus ojos cerrados, su abrazo, sus movimientos.... Parecían estar envueltos en un aura de sensibilidad, donde la gente que les rodeaba desaparecía y sólo quedaba la música y ellos. Los latidos de mi corazón se coordinaron al son del ritmo de la música, y me trasladé a esa escena, donde me hubiera gustado ser yo quien bailase de esa manera y que sintiera lo mismo que ellos estaban sintiendo en ese momento. Acabó la canción y estaba plena de emoción. Yo también quería bailar así! A pesar de que mi compañero no sintió la misma emoción que yo, y por lo tanto, no quiso apuntarse, yo estaba decidida a hacerlo. La gente se fue yendo y nos quedamos pocos en la sala. El Profesor se me acercó y mientras le comentaba que quería apuntarme, me cogió la mano para escucharme y como agradecimiento por haber ido. Me sorprendió ese gesto. Incluso con su mano me transmitía sensibilidad. Un hombre encantador y risueño que nos fue hablando uno a uno comentándonos los horarios y funcionamiento del curso.

Mientras me iba a casa el corazón me seguía latiendo fuertemente. Y lo primero que hice al llegar fue reproducir de nuevo el video grabado. Las lágrimas brotaban de mis ojos sin saber porque. Esa guitarra, esos tonos, esos movimientos y esa sensibilidad removían mis sentimientos. Por fin había algo que me motivaba. Hacía meses que ya no me apetecía bailar salsa. Siempre la misma gente, el mismo ambiente y mis amigas con novio, ya no salían, y el punto de unión que era la salsa, ahora se había dividido.

No pasó ni una semana, y sin iniciar aún las clases, me presenté en la sala de tango, con mis zapatos de baile y mi mejor sonrisa. Me senté y observé a la gente. La Mayoría de unos 40 o 50 años de media de edad. Pero no me importó, el ambiente era acogedor y la gente muy amigable. No esperaba bailar, simplemente disfrutar mirando. Pero se me acercó el Profesor, me cogió de las manos y me sacó a bailar. Me entró el pánico! Me negué varias veces y él me dijo que si sabía bailar salsa seguramente también se me daría bien bailar Tango. Me cogió con el mismo abrazo del video, y me dejé llevar. Acabó la canción y estaba plena de euforia. Había bailado tango! Y me habían salido los pasos! El profesor se sorprendió también de lo bien que me había dejado llevar. Esa tarde me sacaron a bailar prácticamente todos los hombres de la sala. La confianza en mi misma crecía con cada baile. En 2 semanas empezaban las clases y entonces fui yo la que sacó las armas de "manipuloconvicción" para conseguir que algún amigo de salsa me acompañase a las clases. Se nos daba bastante bien, pero el interés del chico por aprender le duró 3 meses y no volvió a venir. Así que ahora soy yo quien se encuentra con la eterna realidad; mas mujeres que hombres y tener que compartirlos. Pero me conformo con tal de aprender. Bailando en la sala, por fin empiezo a sentir esa aura que rodeaba a los profesores. La sensación de cerrar los ojos, imaginar que bailo con la persona amada y que la gente de alrededor desaparece. Me quedaría por siempre así abrazada...
Venus, ha acabado la canción...vuelve a la realidad.

5 comentarios:

d2 dijo...

Pasaba por aquí y me ha encantado tu blog, realmente es magnifico. Gracias, regresaré.

VENUS dijo...

Muchísimas Gracias! Me alegra que te guste. Pasa cuando quieras,mi planeta está abierto a cualquiera que quiera visitarlo.
Hasta pronto!

Abril dijo...

mi niña..que comentar de esto... el arte de enseñar no es solo dar clases, es hacer q se viva, que se sienta, es enseñar lo más complicado con una facilidad extrema, es entrega, admiración por lo que enseñas...y mucho mas, y en esta vida hay profesores, y PROFESORES,

que suerte q te encontré!

pd.he vuelto

Anónimo dijo...

Tu tienes cualidades humanas muy importantes tú sensibilidad (que a la vez es un problema) eres muy emotiva y sentimental y para bailar bien solo te hace falta sensación del ritmo, ganas de aprender, entrega y pasión por el baile, y de todo esto tú estas sobrada. Ahora tú corazón corre un peligro, si esta música entra ya no sale, se queda siempre hay, escondida en un rincón; para hacerte reír, soñar y llorar. Gracias por explicar tus sensaciones, que en parte son las mías.

Anónimo dijo...

Hola Venus: Soy Julia Atanasópulo, la autora del relato "bailemos...".
Me encanta que vivas esta experiencia, realmente merece la pena.¡Siente y disfruta!. Besos, Julia