19 marzo 2008

El coste de la Vida

Había una vez un señor que estaba haciendo una gira turística por Europa. Al llegar al Reino Unido compró en el aeropuerto una especie de guía de los castillos de las islas. El más llamativo era el que se presentaba como "La visita de tu vida".
En las fotos, parecía un castillo poco espectacular pero se recomendaba muy especialmente. Intrigado, decidió visitarlo. Al llegar al palacio se presentó ante un hombre que le dio la bienvenida. Le explicó un poco de la historia del castillo y le refirió algunas cosas sobre las que debía prestar especial atención. Las pinturas en los muros. Las armaduras del altillo. Las máquinas de guerra del salón norte, debajo de la escalera, las catacumbas y la sala de torturas en la mazmorra. Dicho esto, le dio una cuchara y le pidió que la sostuviera horizontalmente con la parte cóncava hacia el techo.
- ¿Y esto? - preguntó el visitante
- Nosotros no cobramos un derecho de visita.Para evaluar el costo de su paseo recurrimos a este mecanismo. Cada visitante lleva una cuchara como esta, llena hasta el borde de arena fina. Aquí caben exactamente 100 gramos. Después de recorrer el castillo pesamos la arena que ha quedado en la cuchara y le cobramos una libra por cada gramo que haya perdido.... Una manera de evaluar el costo de la limpieza - explicó.
- ¿Y si no pierdo ni un gramo?
- Entonces su visita al castillo será gratuita.
Entre divertido y sorprendido por la propuesta, el hombre vio cómo el anfitrión colmaba de arena la cuchara y luego comenzó su viaje.Confiando en su pulso, subió las escaleras muy despacio y con vista fija en la cuchara.Al llegar arriba, a la sala de armaduras, prefirió no entrar porque le pareció que el viento haría volar la arena y decidió bajar cuidadosamente.Al pasar junto al salón que exhibía las máquinas de guerra, debajo de la escalera, se dio cuenta de que para verlas con detenimiento era necesario inclinarse forzádamente sosteniéndose de la barandilla. No era peligroso para su integridad, pero hacerlo implicaba la certeza de derramar algo del contenido de su cuchara, así que se conformó con mirarlas desde lejos.Otro tanto le pasó con la más que empinada escalera que conducía a las mazmorras.Por el pasillo de regreso al punto de partida, caminó contento hacia el hombre que lo aguardaba con una balanza. Allí vació el contenido de su cuchara y esperó el dictamen del hombre.
- Asombroso, ha perdido menos de medio gramo - anunció-, lo felicito tal como usted predijo, esta visita le ha salido gratis.
- Gracias...
- ¿Ha disfrutado de la visita?- preguntó finalmente el de la recepción.
El turista dudó y por último decidió ser sincero.- La verdad es que no mucho. Estaba tan ocupado tratando de cuidar de la arena que no tuve oportunidad de mirar lo que usted me señaló.
- Pero... ¡Qué barbaridad!... Mire, voy a hacer un a excepción. Le voy a llenar otra vez la cuchara, porque es la norma, pero ahora olvídese del cuánto derrama, faltan 12 minutos para cerrar, vaya a ver lo que no ha visto.
Sin perder tiempo el hombre tomó la cuchara y corrió hacia el altillo, al llegar allí dio una mirada rápida a lo que había y bajó más que corriendo a las mazmorras llenando las escaleras de arena. No se quedó casi ni un momento porque los minutos pasaban y prácticamente voló hacia el pasaje debajo de la escalera, al inclinarse tratando de entrar se le cayó las cuchara y derramó todo el contenido. Miró su reloj, habían pasado 11 minutos.Dejó otra vez sin ver las máquinas y corrió hasta el hombre de la entrada a quien le entregó la cuchara vacía.
Bueno, esta vez sin arena, pero no se preocupe, tenemos un trato.¿Qué tal? ¿Disfrutó la visita? Otra vez el visitante dudó unos momentos. La verdad que no- contestó al fin-, estuve tan ocupado en llegar antes de que cierren, que perdí toda la arena, pero igual no disfruté nada. El hombre encendió su pipa y le dijo:

- Hay quienes recorren el castillo de su vida tratando de que no les cueste nada, y no lo pueden disfrutar. Hay otros tan apurados en llegar pronto que lo pierden todo sin disfrutarlo. Unos pocos aprenden esta lección y se toman su tiempo para cada recorrido. Descubren y disfrutan cada rincón, cada paso. Saben que no será gratuito, pero entienden que los costes de vivir valen la pena.

5 comentarios:

Laura dijo...

jajajaj gracias por comentr...

hoy me quedé a medias leyendo
peroes tarde y no me entero ni de la mitad...
te prometo que lo termino

besos

Laura

Unknown dijo...

¡Fantástico!

He buscado al autor, gracias por presentárnoslo.

http://es.wikipedia.org/wiki/Bucay

Un beso

VENUS dijo...

Carome, como has hecho para buscar el autor? Eres un máquina! jeje

Casi todos los cuentos que tengo son de Jorge Bucay del libro "Cuentos para pensar" o de otros libros que no son de él.
Me encantan y los tengo siempre archivados para releerlos de vez en cuando.
Me gusta que os gusten, seguiré compartiéndolos con vosotros.

Besazos.

RIPP dijo...

Mmm... yo hubiera puesto la arena eun una bolsa de plástico al inicio del recorrido y la hubiera regresado a la cuchara hacia el final...

Alejandra dijo...

Ahhh es el momento en cual yo digo, ¿Las coincidencias existen? Tu post me quedo como anillo al dedo, siento que he sido como el primer visitante el cual no arriesgo nada pero no ha vivido...UFff para reflexionar y poner cartas en el asunto.